martes, 3 de junio de 2014

Carta sin amor

Antes de que te disuelva entre cerveza, tabaco y marihuana, déjame que te diga algo: nunca debimos ser nada. Ni siquiera amigos, ahora lo sé, estoy seguro. Si te digo la verdad, cuando te conocí, ni siquiera me caías bien. 


Sé que a estas alturas te importará una mierda lo que yo piense. Pero para mí es importante que lo sepas, Freud diría que te estoy enterrando. Menuda mierda de analogía, ya sé que te encanta la psicología y todo eso, pero la verdad es que todos esos juicios psicológicos no son más que astrología pretenciosa. ¿Quieres que te diga una verdad? Me está resultando muy fácil escribir esto.



No sé si contarte que cuando salga de aquí y me vaya por ahí esta noche no hablaré de ti como mi ex, lo más seguro es que nunca lo haga, siempre te recordaré como la zorra esa, la cabrona, ya sabes, ese tipo de cosas que os decimos los tíos cuando nos dejáis. Porque no nos engañemos, soy un tío, y al final acabaré por ser el malo de la película cuando le cuentes lo nuestro a tus amigas, o a tu madre (por cierto, dale un abrazo de mi parte), o al próximo que sea lo bastante tonto como para aguantarte. En lo que se refiere a contar nuestro pasado, todos somos grandes novelistas. Ni siquiera voy a esperar que seas honrada, tampoco lo has sido nunca.



De mí puedes pensar lo que te dé la gana. Sabes tan bien como yo cómo fueron las cosas, sabes tan bien como yo que nunca tuviste un motivo, buscaste muchas excusas hasta que diste con la adecuada; esa que era lo bastante creíble como para no hacerte sentir que estabas siendo una zorra. 



No es que te guarde rencor, aunque lo parezca por mis palabras. Si te digo la verdad, creo que te estoy agradecido. Estábamos estancados, no hacíamos nada bien, tú no querías verme y yo huía de ti en cuanto podía, pero ahí estábamos, matándonos lentamente. Es curioso. Al final fuiste tú la valiente. ¡Bravo por ti!



Sólo espero que a partir de ahora sepas comportarte. No quiero llamadas, no quiero que andes acechando entre la espesura, no quiero que me eches de menos y no quiero que pienses en que también tuvimos buenos momentos. Pórtate bien, sé una buena chica, hazme quedar como un psicópata frente a tus amistades y olvídate de mí. Yo haré lo mismo por ti. Créeme, es lo mejor que podemos hacer el uno por el otro.



No te equivoques, lo nuestro no valió la pena, los dos perdimos cosas y ninguno de los dos ganó nada. No hubo destino, fue un cúmulo de despropósitos y terminó como siempre terminan estas cosas: mal. Sólo me alegro de no haber perdido más tiempo del necesario contigo y sólo espero no perder más del necesario en despedirme. No te recordaré con cariño, y dentro de un tiempo ni siquiera me acordaré de ti. Sólo espero que algún día pueda dejar de verte como mi enemiga. Aunque no prometo nada.



Así es la vida. No te voy a robar más tiempo, supongo que estarás muy ocupada.




Jaume Vicent. Mi blog: www.excentrya.es

2 comentarios:

  1. Una desgarradora confesión... Me gusta el cambio de registro, si lo comparo a tu blog, ¡enhorabuena! A veces es difícil salirse de lo habitual y tú lo has logrado perfectamente.

    ¡Un saludo!
    Patricia.

    ResponderEliminar