domingo, 19 de octubre de 2014

No, no eras tú el loco.

En  el  mundo  quien  más  o  quien  menos  tiene  problemas.  Algunos  asfixiantes,  otros  ridículos  y  ante  ellos  existen dos tipos de personas: las que no hallan el camino de salida y las que si no encuentran dicho camino lo dibujan o se lo inventan. El caso es que  todos  tenemos claro que  tomando una actitud pasiva y de brazos cruzados no se van a resolver solos ¿verdad?

  Son muchas  las  vías  de  escape  que  el  ser  humano  toma  con  tal  de  no  enfrentarse  a  ellos,  a  veces  porque  en  un momento dado no puede, pero en otros casos es sencillamente porque no quiere y se deja llevar por el bienestar de la distracción fácil, mucho mejor que pensar en cómo resolver sus vidas claro, donde va a parar.

Uno  de  los  caminos  más  cómodos  lo  tenemos  en  nuestra  propia  casa  y  delante  de  nuestro  sofá.  Pulsamos  un botoncito y  ¡boom! de la nada y como Dioses aparecen personajes con dentaduras bañadas en blanco nuclear que pulen pieza a pieza gracias a cada minuto del tiempo que los espectadores pierden en sus vidas por verlos ladrar y con cada ladrido ensordecedor encuentran la cura y la distracción perfecta a sus males.

La  televisión  se  convierte  en  un  mundo  de  ensueño  donde  no  se  llega  a  discernir  lo  ficticio  de  lo  existente  y  el espectador queda adormecido entre una nube de opio creyendo formar parte del espectáculo hasta que en ocasiones al más puro estilo del largometraje “réquiem por un sueño” pierden el contacto con la realidad.

Existen programas que se inyectan en la mente del espectador y arrasan con sus neuronas como un huracán infalible a base de un aluvión promocional y hartazgo.Los espectadores que llegan a este punto, se sienten menos desdichados alimentando su ego con desgracias ajenas y acompañando su soledad observando las lágrimas ficticias (o reales provocadas por un presentador con sed de dinero y con un cociente intelectual infinitamente superior a  todos sus invitados y espectadores juntos. Muy sutilmente e interpretando  el  papelón  de  buen  samaritano  le  recordará  al  invitado  alguna  muerte  atroz  de  algún  familiar  para que se derramen esas preciadas gotas en  su rostro, que disparan los niveles de audiencia traduciéndolas en miles de euros, claro, ha de hacerlo, recordemos que sus dentaduras no se mantienen solas)

Cuanto  más  discutan,  cuanto  más  se  peleen,  cuantos  más  altos  sean  los  gritos  más  se  silencia  la  mente  del espectador, la medicina ideal para no escuchar la voz interior de uno mismo y de este modo, su vida se alimenta de un penoso soplo tranquilizante.

Diana fácil son los más jóvenes. En una determinada edad es común buscar referentes fuera de casa, paliando así la incomprensión que en ese momento creen sentir por parte de sus padres o educadores.
Por ello buscan espejos en los que mirarse a veces cambiando de canal. Todo lo que hace o dice la persona a la que admiran la interiorizan de una forma voraz.


Afortunados aquellos que sientan una fuerte conexión al encender su televisor y se topen con algún cantante, deportista, escritor, actor o cocinero (por poner algunos ejemplos) que les haga saber que nadie en esta vida te regala nada, que nadie es más que nadie por nada,  que cuando quieres algo tienes que perseguirlo con disciplina, constancia y paciencia, que hay que ser leal con uno mismo y que la dignidad está por encima de muchas cosas, que la pasión por lo que uno hace es la clave del éxito, que el ego hay que dejarlo guardado en el cajón para sacar a flote la humildad...pienso que son factores fundamentales para que la persona consiga una sólida autorrealización y camine hacia una sociedad hermanada.

Pero pobres los que se encuentren con esa clase de personajillos que estamos cansados de ver, puesto que adquieren una fama ridícula e inmerecida donde se jactan de recibir cuantiosas cantidades de dinero a cambio de contar sus miserias, intimidades, invenciones o simplemente por enseñar los calzoncillos en televisión.

Personajes  mitificados  al  máximo,  sin  coherencia  alguna.  Los  ejemplos  más  significativos  de  nuestro  país:  Belén Esteban o Rafa Mora.Alguien  dice  que ella es la  "princesa  del  pueblo" y  se  crea  una  histeria  colectiva  que les  hace  creer  que  realmente lo es,  sin pararse a usar el  sentido común y desgranar qué méritos ha alcanzado para lograr ese adjetivo y  ser  tan aplaudida o admirada. Presumiendo  de  su  falta  formación  o  nula  cultura  ha  llegado  a  publicar  un  libro  con  su  nombre  obteniendo  como resultado abundantes ejemplares vendidos.

El mensaje que pueden interpretar nuestros jóvenes es que para qué han de esforzarse cuando desviándose por ese camino tan  fácil pueden adquirir todas las cosas materiales con las que han soñado, mostrándole al mundo lo lejos que han llegado que "hasta salen en televisión", llevan mega coches deportivos, escriben libros o hacen cameos en las películas más taquilleras del país, sin percatarse que, como decía Kant, la fama por la fama, sin un verdadero fin o merecida carece totalmente de valor.

No existe el límite y vemos cómo alegres jovenzuelas se embarazan conscientemente del hijo de la folclórica de turno asegurándose con ello popularidad y dinero, vendiendo cada pasito de vida de esa pobre criatura nacida del egoísmo y mercantilismo mas repugnante. Mensajes de odio, egoísmo, narcisismo, pisar al de al lado para subir más alto, vidas de excesos, buscar la perfección en  el  físico  a  base  de  bisturí,  la  continua  lucha  por  pretender  ser  querido  o  admirado,  matones  de  discoteca  y muñequitas siliconadas  que se  tratan mutuamente como a ganado, continuas  faltas de  respeto...toxicidad que nos traspasa  con  tan  solo  dejar  de  fondo  ciertos  programas  que  se  adhieren  a  nuestro  subconsciente...    eso  sí,  no  les preguntéis  quién  son los Reyes  Católicos  que  os  pueden  contestar:  “Juan  Carlos...y...y... ¿y  cómo  se llama la  otra?”

Como respondió la joya de la corona llamada Rafa Mora...basura que se introduce como un veneno letal en la cabeza de nuestros jóvenes donde se inculcan valores opuestos a lo que una sociedad sana y equilibrada debería tener para buscar una felicidad real y palpable. Convirtiendo así una futura sociedad más precaria y enferma si cabe. Idiotez generalizada que nos impide avanzar.

Y mucha gente se va por este camino porque no conocen otro, porque la cultura y los valores están de capa caída, y no se trata de estar todo el día con un libro, ni convertirse en una rata de biblioteca, se trata de despojarse de las tontunerias y la superficialidad más absoluta y darle cabida a la gente que puede construir un mundo mejor con una firme sabiduría. La ignorancia es una de las peores enemigas del ser humano y deshaciéndonos de ella conseguiremos pensar por nosotros mismos y ser menos manipulables pudiendo así mover libremente los hilos de nuestras vidas sin elementos hipnóticos que merman nuestra inteligencia y razonamiento.

Tampoco  se  trata  de  imponerle  nada  a  nadie,  cada  uno  es  libre  de  escoger  el  camino  que  quiere  tomar,  pero  al menos,  los  que  andemos  despiertos  tenemos  el  deber  moral  de  ofrecerles  más  opciones  a  los  que  anden  en  un profundo letargo, entre ellas, la opción de actuar con la cabeza y el corazón.

Un  día  en  mi  adolescencia,  mi  padre  me  comentó  algo  parecido  a  esto  a  colación  de  un  programa  que  estaban poniendo en el  restaurante, él comenzó a dar su discurso, los de la mesa de al lado lo escucharon a lo que uno de ellos  murmuró “ese tío está loco” yo lo oí, mi padre lo oyó, me miró y me dijo: “¿soy yo el loco o es que el mundo está loco?” en ese momento agaché la cabeza avergonzada porque por aquella época me invadía la tontunería a mí también pero hoy puedo decirte con la cabeza bien alta, no papá, no eras tú el loco...

Soco Cordente. El blog de Soco Cordente.

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